Donald J. Trump, candidato del partido republicano a la presidencia de los Estados Unidos, ha utilizado en muchas ocasiones el término de “fraude electoral” tanto en mítines, como entrevistas. El fraude electoral se define como el recurso a acciones clandestinas para alterar los resultados electorales. El candidato republicano ha utilizado especialmente este término en el contexto de las elecciones de 2020, en las cuales Trump se enfrentó y perdió contra Joe Biden, del partido demócrata, y en las elecciones actuales.
En las elecciones de 2020, Biden resultó ganador con 306 votos electorales frente a los 232 de Donald Trump. Tras la derrota del republicano, este se negó a aceptar los resultados realizando acusaciones no probadas, lo que produjo que la certificación de estos tuvo que realizarse en enero de 2021, después de la verificación por parte del Congreso. También, el 6 de enero de 2021, el Capitolio fue asaltado por parte de partidarios de Trump dejando 5 fallecidos. En las elecciones actuales, Trump ha intensificado sus acusaciones de fraude electoral. El martes 5 de noviembre de 2024, Trump visitó Pensilvania, regresando al condado de Butler, donde recientemente sufrió un atentado. Una de las razones principales por las que el republicano se presentó en Pensilvania, es porque, Pensilvania es el mayor de los siete “swing states” o estados péndulo. En este estado clave, el candidato alega que se han recibido “miles de formularios potencialmente fraudulentos”. Además, afirma que en el condado de Lancaster se detectaron 2.600 papeletas falsas “escritas por la misma persona”. La estrategia de Trump se basa en afirmar que la única manera en que puede ser derrotado es si los demócratas “hacen trampa”. Su campaña ha establecido una operación de ”integridad electoral” junto con el Comité Nacional Republicano donde han presentado más de 130 demandas y han inscrito a más de 230.000 voluntarios como observadores electorales.
En las elecciones de hace 4 años, más de 60 tribunales, incluyendo la Corte Suprema, rechazaron las demandas de Donald Trump por falta de evidencia. El Departamento de Justicia, bajo el mandato de William Barr, ex fiscal general de los Estados Unidos, investigó y no encontró pruebas de fraude significativo. Y además los recuentos en algunos estados del país que confirmaron la victoria de Biden. En las elecciones de este año, jueces y funcionarios electorales han desmentido las acusaciones recientes de Trump y la Comisión Electoral Federal supervisa activamente las denuncias actuales.
Estas acusaciones por parte del candidato republicano han tenido un profundo impacto en la política y en la opinión pública estadounidense. Sus afirmaciones han sembrado una profunda desconfianza en el sistema electoral estadounidense y especialmente sobre sus seguidores, quienes en gran medida creen que el proceso electoral estuvo manipulado. Esta gran desconfianza por parte de la sociedad ha llevado a divisiones significativas en el pueblo americano y ha impulsado una serie de reformas en algunos estados bajo el argumento de fortalecer la seguridad electoral. A nivel político, el tema del fraude electoral ha polarizado aún más el debate público y se ha convertido en un punto de conflicto constante.