Tras el ataque realizado por Hamás el pasado 7 de octubre en territorio israelí, y el posterior bombardeo de Israel como contraataque, se ha reavivado la llama de un conflicto con una larga trayectoria a lo largo de la historia.
Para comprender mejor este asunto tan complejo, la Universidad Villanueva organizó una mesa redonda en la que se analizaron las claves del conflicto a través del punto de vista de cuatro expertos en la materia: Fernando Díaz Villanueva, periodista, escritor e historiador; Matteo Re, experto en relaciones internacionales y profesor; Alfonso Barea, coronel de artillería y jefe del área de cooperación multilateral del Ministerio de Defensa; y Pablo Pérez Guerreira, subdirector de Oriente Próximo del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Aunque todos ellos expusieron sus distintas perspectivas, los cuatro coinciden en una cosa: el conflicto lo están librando Israel y Hamás, el grupo terrorista, pero Israel y el pueblo palestino.
Abrió el turno de palabra el militar Alfonso Barea, que puso el contexto de esta guerra desde el punto de vista militar. Según lo que dijo Barea, este conflicto armado es de corte asimétrico, es decir, que Israel se rige bajo unas leyes y normas de conducta y moral que Hamás no está obligado a seguir.
Los rehenes de Hamás
Por ello, actuaciones como asesinar o secuestrar rehenes supondría, en el caso de que lo hicieran soldados israelíes, en ser juzgados ante la ley.
En el terreno, el contrincante más débil, en este caso Hamás, busca huir de espacios abiertos impidiendo que Israel use sus recursos armamentísticos de forma cómoda.
Y, mientras el grupo terrorista usa guerrillas, secuestros y otros métodos poco ortodoxos para la guerra, Israel tiene limitaciones y debe minimizar al máximo tanto las victimas propias como las del adversario, dado que esto tiene un alto coste en la opinión pública.
Por ello, los soldados se limitan al territorio fijo, mientras el adversario actúa donde pueda hacer daño, pudiendo llegar a realizar ataques terroristas en otras partes del mundo.
Además, aunque Israel sea un país altamente militarizado, puesto que “es lo que garantiza su existencia”, según declaró el coronel, por la naturaleza de su adversario esta es una lucha muy complicada para ellos.
También explicó de forma breve cuáles son las fases del conflicto: sobrevolar el terreno para conseguir información y tener superioridad aérea sin poner en riesgo sus soldados; la entrada de efectivos sobre el terreno (una fase complicada porque el adversario se camufla entre los civiles siendo complicado evitar las muertes); y, por último, la limpieza de los enemigos. Tras reconocer al enemigo deben ir limpiando la ofensiva, eliminando líderes y simpatizantes del grupo.
“No es un partido de fútbol con dos bandos”
Mateo Re, experto en relaciones internacionales, afirmó que “es imposible entender este conflicto como un partido de fútbol donde hay dos bandos, no hay lugar para hinchas de unos y otros, aunque sí hay que pedir proporcionalidad a Israel”.
Sin embargo, también afirmó que no debemos caer en la trampa de la transferencia de responsabilidad que pretende hacer Hamás, convirtiendo poco a poco en responsable de lo que está pasando a la víctima, olvidando el punto de partida.
En su opinión, a este último enfrentamiento llegamos por el ataque de Hamás, lo que provoca que Israel entre en una espiral de violencia bajo la fórmula acción-reacción-represión.
Los miembros del grupo yihadista, según recordó Matteo Re, graban las atrocidades para que las imágenes generen una reacción desmedida por el ejército israelí, haciendo que los militantes de Hamás aumenten. Uno de los líderes del grupo declaró que “la población de Gaza debía inmolarse” y que “lo que pasó el 7 de octubre es algo que volveríamos a hacer un millón de veces más”. No buscan únicamente la independencia, sino que, también quieren la total eliminación del Estado y de la población de Israel, recordó el experto en relaciones internacionales.
Por su lado, Fernando Díaz Villanueva recalcó que el conflicto Israel-Hamás es muy antiguo, y, se va recalentando cada poco, como ha ocurrido ahora tras el último enfrentamiento en 2014. De esta manera, dijo que se convierte en “una batalla de quién explica mejor el último capítulo”. Esto complica que se entienda el conflicto de forma correcta puesto que se trata de “una serie muy larga que no se puede comprender si solo se ve la última temporada”.
Las mismas víctimas en un día que en toda la historia de ETA
Según Díaz Villanueva, hay que tener claro que debemos ser observadores neutrales y no dejarnos engañar por la información no verificada que se publica en las redes sociales. También explicó que “lo que hemos visto estos días en Israel es comparable con lo vivido en España durante cuarenta años con ETA,” porque el estado israelí ha cometido errores, pero esto se trata de un delito de odio, ya que los palestinos declaran “querer enviar al pueblo israelí al mar”, recordó el periodista.
Por último, Pablo Pérez Guerreira, subdirector de Oriente Próximo del Ministerio de Asuntos Exteriores, manifestó que es la primera vez que Israel se tiene que defender dentro de sus propias fronteras, perdiendo el control de parte de su territorio durante varios días. Esto es un escenario de pesadilla que nunca habían experimentado, junto con los secuestros de más de 200 personas.
Hay una gran incertidumbre sobre el resultado final puesto que, aunque las autoridades israelíes quieren acabar con el grupo extremista, es difícil porque hay países que aún no reconocen a Hamás como grupo terrorista.
Además, esta organización opera en uno de los territorios con más densidad de población del mundo con una red de túneles. En la Franja Hamás lo es todo, pues permea la estructura social y está muy presente en el territorio por lo que hay que cuestionar el número de víctimas, aunque no todos sean terroristas.
En lo que coincidieron todos los miembros de la mesa redonda -que estuvo moderada por la profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Villanueva Isabel Rodríguez Maisterra- es en que es un conflicto muy antiguo y complejo que va más allá de la última agresión y en el que existe una polarización en la opinión pública que no debería producirse. Se trata de un conflicto nacional y de origen político, donde pueden entrar factores religiosos, aunque estos no son los más determinantes.