«La Transición fue la primera y última vez que la clase política arrastró a los ciudadanos al consenso», afirma Juan Fernández-Miranda

El periodista y adjunto al director de ABC analizó en la Universidad Villanueva el papel crucial de Torcuato Fernández-Miranda y el espíritu conciliador que permitió a España avanzar hacia la democracia.

Juan Fernández-Miranda, promocionando su libro, "Objetivo Democracia".

El pasado 13 de marzo, la Universidad Villanueva fue escenario de una conferencia en la que Juan Fernández-Miranda, adjunto al director del diario ABC y especialista en análisis político y actualidad, desgranó la importancia de la Transición y la figura clave de su tío abuelo, Torcuato Fernández-Miranda. Ante un auditorio repleto de estudiantes y profesores, el comunicador destacó que este proceso fue un hito único en la historia del país.

Un contexto internacional marcado por la Guerra Fría

Fernández-Miranda contextualizó la Transición dentro del marco de la Guerra Fría. Según el conferenciante, el final de la dictadura de Franco no solo supuso un cambio interno para España, sino que también tuvo repercusiones en la esfera geopolítica global. Las potencias mundiales seguían con atención el proceso español, que representaba una oportunidad de consolidar una democracia en el sur de Europa en un momento en que la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética estaba en su punto álgido.

«España en 1975 no era un país aislado. El mundo estaba dividido en dos bloques, y había presiones para que nos convirtiéramos en una república socialista bajo la influencia soviética o en una democracia liberal occidental», explicó con claridad el periodista.

Las decisiones que se tomaron en la Transición no solo respondían a las necesidades del país, sino que también eran consecuencia de un entorno internacional que miraba con expectación la evolución de España. El miedo a una guerra civil como la de 1936 o a una intervención extranjera hacía que cada paso estuviera calculado con precisión.

«Juan Carlos I tenía un plan muy claro desde el principio: llevar a España hacia la democracia. Y para eso necesitaba aliados», puntualizó el analista político.

El papel del monarca fue fundamental. Aunque había sido designado por Franco como su sucesor, en su interior guardaba una determinación firme por transformar el país. Para lograrlo, necesitaba apoyarse en figuras clave, como Torcuato Fernández-Miranda, cuya inteligencia política permitió diseñar un proceso de cambio sin vacíos de poder.

«Torcuato fue el hombre que convirtió la voluntad del Rey en un camino viable. Sin él, la Transición no habría sido posible», afirmó con rotundidad el comunicador.

El «harakiri franquista» y la Ley para la Reforma Política

El proceso de desmantelamiento del franquismo no fue sencillo. La estructura del régimen estaba diseñada para perpetuarse, y muchos de sus dirigentes no estaban dispuestos a ceder el poder sin resistencia. Para sortear este obstáculo, Fernández-Miranda ideó un mecanismo ingenioso.

«Torcuato diseñó una octava ley que derogaba las siete leyes fundamentales del franquismo y convocaba elecciones democráticas. Lo hizo sin romper la legalidad, utilizando sus propios mecanismos: de la ley a la ley a través de la ley», argumentó el especialista en política española.

Esta estrategia permitió que el cambio de régimen se produjera sin enfrentamientos directos. No se trataba de una revolución, sino de una transformación interna. La ley fue aprobada en un momento de gran incertidumbre, y muchos temían que no consiguiera los apoyos necesarios para salir adelante.

«El Rey estaba solo. Cuando salió del Congreso tras su proclamación, muchos procuradores franquistas comenzaron a corear ‘Franco, Franco, Franco’. Esa era la realidad política con la que tenía que lidiar», recordó el experto en la Transición.

«No había garantías de éxito. Lo que hicieron fue un salto al vacío, pero bien planificado», destacó el columnista con admiración.

La oposición de los sectores más inmovilistas del régimen era evidente. Sin embargo, el deseo de avanzar hacia una nueva etapa predominó sobre las resistencias. La Ley para la Reforma Política fue aprobada y allanó el camino para la celebración de elecciones democráticas.

La legalización del Partido Comunista: el golpe de audacia de Suárez

Uno de los momentos más decisivos de la Transición fue la legalización del Partido Comunista. Adolfo Suárez, que había sido designado Presidente del Gobierno por el Rey, sabía que sin esta medida, la legitimidad de las elecciones estaría en entredicho a nivel internacional. Fue una decisión arriesgada, pero necesaria para consolidar la democracia.

«Adolfo Suárez sabía que para que las elecciones fueran legítimas debía estar representado todo el espectro político, incluido el Partido Comunista», enfatizó el comunicador con seguridad.

La oposición a esta medida no solo venía de los sectores franquistas, sino también del ejército. Durante años, el comunismo había sido considerado el principal enemigo del régimen, y muchos oficiales de las Fuerzas Armadas no estaban dispuestos a aceptar su legalización.

«El ejército era el mayor obstáculo. Cuando Suárez legalizó el PCE, los altos mandos militares se sintieron traicionados. Había un miedo real a un golpe de Estado», advirtió el columnista con un gesto serio.

«Suárez tomó esa decisión con un valor extraordinario. Fue una jugada maestra», señaló el especialista en política.

Para evitar una reacción violenta, Suárez llevó a cabo la legalización en un momento estratégico: un Sábado Santo, cuando el país estaba de vacaciones y la atención mediática era menor. La medida tuvo éxito y permitió que el Partido Comunista participara en las elecciones.

Un modelo de éxito que no debe olvidarse

A pesar de los desafíos actuales, Fernández-Miranda concluyó su intervención con un mensaje optimista. Destacó que la Transición es un modelo de éxito que ha sido estudiado en todo el mundo y que demuestra que es posible transformar un país sin recurrir a la violencia.

«Las transiciones suelen fracasar. La nuestra fue un éxito porque hubo generosidad política y un espíritu de acuerdo», subrayó el periodista con convicción.

El analista animó a los jóvenes a implicarse en la política y a conocer la historia de su país para evitar cometer errores del pasado. La democracia, dijo, no es algo que se pueda dar por sentado, sino que debe ser defendida día a día.

«Vosotros, que sois estudiantes universitarios, estáis llamados a conocer vuestro pasado para mejorar el futuro. No olvidéis que la democracia se defiende todos los días», concluyó el ponente con determinación.

«Si hoy disfrutamos de libertad, es porque hubo personas que entendieron que había que ceder para ganar. Ese es el mayor legado de la Transición», sentenció Fernández-Miranda con solemnidad.