Cuando se habla de éxito, pocas veces se muestra lo que realmente cuesta alcanzarlo. Detrás de cada reconocimiento y diploma, hay incontables horas de estudio que roban al descanso, planes cancelados con amigos, noches de insomnio y sobre todo una presión constante que el resto no llega a vislumbrar. El éxito suele brillar en las ceremonias y en los titulares, pero rara vez se cuentan los sacrificios que hacen posible alcanzar metas tan altas como la de Jorge Velarde, quien en dos años logró 25 matrículas de honor y un título en Derecho.
A sus 27 años, Jorge, Alumni de la Universidad Villanueva, sabe bien lo que significa la palabra a la que muchos le temen, sacrificio. «Desde muy pequeño tenía claro que quería ser médico y que eso requería esfuerzo y excelencia para llegar a ser valioso para universidades y puestos de trabajo en el futuro». Así pues, se esmeró en su vida académica con ese objetivo volverse a sí mismo valioso para el mundo…. Sin embargo, su historia no es únicamente la de un joven perseverante: es también la de una familia y una pareja que lo sostuvieron cuando el camino se volvió cuesta arriba. Sin su apoyo emocional, y sin la inversión económica de sus padres, reconoce que nada de lo que ha logrado habría sido posible.
Esa mezcla de esfuerzo personal, sacrificio de tiempo y respaldo incondicional marcó el camino de un joven que, con los años, entendería que los logros más visibles esconden un precio elevado: agotamiento, renuncias y la certeza de que, aunque el mérito es suyo, nunca ha estado solo en el trayecto.
El camino de Jorge no comenzó en las leyes. Durante cinco años estudió medicina en la Universidad Francisco de Vitoria; una carrera con, probablemente, la nota de corte más elevada, carrera para la que nuestro protagonista llevaba toda su vida académica preparándose. Sin embargo, con cada paso que daba hacia esa meta que de pequeño se había fijado, se dió cuenta de que en realidad ese no era su camino, no era su vocación. A diferencia de muchos Jorge no tuvo miedo de empezar de cero, con valentía le dió un giro de 180 grados a su vida y apostó todo por lo que se había dado cuenta era su verdadero camino, el derecho.
Ingresó en la Universidad Villanueva con un reto que pocos se atreverían a asumir, pretendía acabar la carrera en el menor tiempo posible, se puso así mismo un lapso de tiempo de tan sólo dos años para acabar una carrera con contenidos de cuatro años. Sin posibilidad de convalidar materias al ser dos áreas profesionales totalmente opuestas, organizó su tiempo para cursar asignaturas de primer, segundo y tercer año en tan solo un curso académico, siendo el calendario su mayor enemigo y la solución de materias la dificultad que él considera más prominente, logró superar el reto.
Ese esfuerzo se tradujo en días de hasta 12 horas dentro de la universidad, donde cada minuto libre – incluso a la hora de comer — se convertía en tiempo de estudio. Al llegar a casa, apenas quedaban energías para seguir repasando, pero la exigencia interna lo empujaba a no bajar la guardia, tomó la decisión de convertirse en lo que él mismo llama “un ratón de biblioteca”.
La consecuencia fue clara: poco espacio para los amigos, vida social prácticamente inexistente y un desgaste físico y mental que sólo pudo sobrellevar gracias al apoyo de su familia y su pareja. “lo más difícil fue rechazar las quedadas con mis amigos. Ellos ya se habían graduado y yo seguía estudiando después de tanto tiempo”; recuerda.
El sacrificio, sin embargo, dio frutos. Valverde logró no solo terminar la carrera en tiempo récord, sino también destacar con 25 matrículas de honor, un reconocimiento que hoy lo coloca como uno de los alumnos más brillantes que ha pasado por Villanueva.
La lección detrás de la exigencia
Aunque su trayectoria podría parecer un relato perfecto de superación, Jorge invita a mirarla con matices. “Claro que debes esforzarte, pero tampoco puedes autoflagelarse cuando no abarcas todo lo que esperas. Si estás feliz con el trabajo que has hecho, con eso debe bastarte”, asegura.
Ese es el mensaje que desea transmitir a las nuevas generaciones: el éxito no puede medirse solo en títulos o reconocimientos, sino también en la satisfacción personal de haber dado lo mejor de uno mismo sin perder de vista el bienestar propio.
Un futuro prometedor
Hoy, recién graduado, Jorge continúa su formación jurídica a través de una triple especialización. Además, como políglota que domina español, inglés, francés e italiano, se ha propuesto el reto de aprender alemán, aunque admite que no está resultando sencillo.
Lo que sí tiene claro es que la disciplina seguirá marcando su camino, pero ahora con una visión más equilibrada: la excelencia importa, pero también lo hace la felicidad de estar en paz con el esfuerzo realizado.