Los cimientos del «Ministerio de Soledad»: el precio del nuevo feminismo

La jurista y catedrática María Calvo habla sobre los retos a los que se enfrentan mujeres y hombres con el feminismo del siglo XXI y cómo este ya está teniendo consecuencias en los jóvenes.

“Tenemos un gran poder, y un gran poder implica una gran responsabilidad”, repite Calvo a los alumnos de la Universidad Villanueva. En tiempos en los que besos y “piquitos” desembocan en juicios mediáticos, el movimiento feminista está sufriendo desmembramientos por parte de quienes consideran que este ya no tiene como objetivo final defender a la mujer, sino atacar al hombre. En este sentido, la jurista es clara: “A lo que se le llama feminismo actualmente no lo es. Es un feminismo malentendido”. Para Calvo, el verdadero feminismo tiene tres puntos clave: “la defensa de la mujer, teniendo en cuenta su esencia, su diferencia y su libertad”.

“El feminismo crispado y en contra de los hombres es lo que vende actualmente”

“Una cosa es ser independiente y otra, enemiga”, aclara Calvo sobre la independencia que la mujer debe tener con respecto al hombre. “La plenitud en soledad es imposible”. En este sentido, la catedrática añade que, en un tiempo en el que “la mujer es la que más está sufriendo la soledad”, un problema que ha llevado incluso a la creación de ministerios de soledad en países como Inglaterra, es necesario establecer límites entre independencia y odio hacia el varón: “Tenemos que olvidarnos de que el hombre es un enemigo porque realmente el hombre nos da libertad”.

Calvo recupera las palabras de la exministra de Igualdad Irene Montero: “Hay que volver sola y borracha a casa”, para defender que ella prefiere “volver acompañada de un hombre que me dé esa seguridad y a la vez más libertad, porque quizá puedo volver por un callejón más oscuro o tomarme una copa de más…”. Ocurre lo mismo, añade, con la maternidad, cuando el hombre “da libertad al encargarse de los hijos”.

“El potencial de maternidad se tiene, tengas hijos o no”

“El feminismo nunca se ha encargado de la maternidad”, afirma tajante Calvo. Más allá de no fomentarla, el actual feminismo “está en contra de la maternidad”, añade, y resulta un error, ya que “la capacidad de traer una nueva vida al mundo, capaz de cambiarlo, es el gran poder de la mujer”.

A pesar de que ahora se hable de mujeres empoderadas, no se está teniendo en cuenta este “gran poder”, afirma la jurista, poder que resulta “inherente a nuestra estructura porque estamos hechas para traer vida al mundo, más allá de si tenemos hijos o no: cuando mostramos compasión, ternura… estamos maternizando y humanizando la sociedad”.

Es, por tanto, el nuevo feminismo el que, “al defender un modelo de mujer crispado, masculinizado y en contra de los hombres, arrebata la esencia a la mujer”. Calvo advierte del peligro de que la mujer no abrace su esencia “tal y como es”: “Entonces nunca va a ser dueña de su destino, que es lo que pretendemos las mujeres”.

“Mi deseo es la ley”

“La sociedad occidental configuró un ser en tres dimensiones: física, intelectual y espiritual, y un feminismo radicalizado ha llevado a una revolución antropológica y ha destrozado ese concepto”, afirma la jurista. La forma de hacerlo ha sido suponer que “ambos sexos son iguales”, cuando se debe “abrazar las diferencias evidentes entre ambos”, sin necesidad de enfrentarlos.

Calvo añade que este feminismo radical se ha llevado por delante la racionalidad: “Nos movemos por sentimientos, por deseos”. En este sentido, puntualiza los derechos a los que este nuevo feminismo ha dado acceso a las mujeres, en función de sus deseos y emociones: “No deseo tener un hijo, derecho al aborto. Deseo tener un hijo aunque no tenga pareja, reproducción asistida…”.

En relación con esto, la jurista apunta que se debe a la destrucción de la faceta espiritual: “Cuando Dios no existe, todo lo técnicamente posible se convierte en moralmente lícito”. Esto, añade, es terrible para la mujer, ya que “nos apropiamos de la vida y decidimos si traer vida al mundo o no. Este gran poder de la mujer lo hemos dirigido hacia caminos muy destructivos”.