Esta mañana despertábamos con una noticia que agita de nuevo el orden mundial: EEUU autoriza a Ucrania para utilizar misiles de largo alcance contra Rusia. Este último aliento en el mandato de Biden tiene un precio que bien puede suponer un giro en el conflicto, ya sea en forma de avance ucraniano o de encarecimiento de agresividad rusa.
En un año en el que el mundo bate récords y se sitúa en la cifra más alta de conflictos bélicos desde la II Guerra Mundial, 56 activos actualmente, es importante saber a qué riesgos se expone la OTAN y qué futuro nos deparará la segunda legislatura de Trump en uno de los países con mayor poder para inferir en el orden mundial.
Para entenderlo mejor, hoy trasladamos el campo de batalla al tablero del Risk. Sobre el famoso juego de mesa se dispone una fila de soldados azules, rusos que miran con deseo a sus vecinos ucranianos. Aunque impotentes y con las manos atadas, desean una imposible incursión en los países vecinos que pertenecen a la OTAN, debido al principio de defensa colectiva de la alianza: Suecia, que ingresó en 2024, y Finlandia, que lo hizo en 2023 como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania. La tropa azul, que avanza con sigilo sobre el cartón, mira también a Moldavia, objetivo del “colchón de seguridad” que los rusos están tejiendo en sus territorios limítrofes con el objetivo de que este país caiga de su lado y no del de la OTAN. Más hacia el sur, sobre Burkina Faso, Mali y Níger, también hay desplegados soldados rusos, con intereses armamentísticos y económicos sobre los recursos energéticos de estos territorios.
Hasta el 20 de enero -día en el que Trump asumirá la presidencia- Estados Unidos será el aliado principal de Ucrania en la invasión rusa que este noviembre cumple mil días desde su inicio. Los norteamericanos, aliados de Europa en los conflictos internacionales y núcleo duro de la OTAN, pasarán -según apunta el rumbo de la política exterior de Trump- a apoyar a Putin. De este modo, Rusia se unirá a la lista de aliados de EEUU, junto con Israel y abandonará la de los rivales, encabezada por China.
El país asiático, en permanente conflicto con la isla de Taiwán desde la guerra civil que dividió la nación, reivindica “una sola china” con el objetivo de reunificar Taiwán, que se considera independiente. De este modo, sobre el tablero las fichas verdes, soldados asiáticos, miran con recelo las tropas amarillas pertenecientes a EEUU, aliado de Taiwán que además de venderle armas, promete ayudar si china les ataca. Detrás de este interés de EEUU en Taiwán, se esconde el deseo de poder de “la gran China” y lo que es muy relevante, la industria de chips taiwaneses, crucial para la tecnología global.
Por su parte, en el bando de aliados los cambios a raíz de la vuelta de Trump pasarán por la reincorporación de Israel. Este país tiene la mayor industria armamentística del panorama internacional, algo que supone un interés para Estados Unidos, además de una notable superioridad militar sobre sus diversos frentes: Gaza, Líbano, Siria o Irán. Sobre el tablero del Risk, los soldados marrones, que pertenecen a Israel, luchan contra los rojos: Iranies respaldados por países como Líbano (mediante Hezbolá), Palestina (mediante Hamás), o Siria.
Estos motivos, unidos a la posición de Israel como aliado clave contra Irán -en conflicto con EEUU por el uso de armas nucleares y su búsqueda de control sobre Oriente Medio- y países de Oriente Medio, han llevado a que EEUU, además de apoyarles militarmente, reconozca Jerusalén como capital del país e impulse tratados de paz con países árabes.