El pasado lunes 3 de noviembre, tuvo lugar en el salón de actos del edificio B la conferencia “Ucrania entre Oriente y Occidente: una mirada ucraniana sobre la relación con la UE y la OTAN”, impartida en español por el historiador Bohdan Chuma, profesor de la Universidad Católica Ucraniana (UCU). Reconocido por su labor académica -entre ella, la fundación del Programa de Estudios Ibéricos de la UCU y la distinción de la Orden de Isabel la Católica-, Chuma ofreció a los estudiantes una explicación clara de las tensiones geopolíticas que han marcado la historia reciente de su país.
1991-2002: de la independencia a la búsqueda de rumbo
El profesor comenzó introduciendo el conflicto desde la declaración de independencia de Ucrania en agosto de 1991, una decisión que fue ratificada por los ciudadanos en un referéndum apenas unos meses después. Aunque formalmente emergió como un Estado “no alineado”, pronto se encontró entre dos polos de influencia: la Rusia postsoviética y la emergente Unión Europea.
Durante la década de los noventa, todos los gobiernos ucranianos tuvieron el objetivo de mantener un equilibrio diplomático definido por Chuma como “política miltilineal”. Esta consistía en cooperar de forma simultánea con Moscú, Bruselas y la OTAN. Sin embargo, este mecanismo político desarrollaría tensiones que marcaron el futuro desde comienzos de los 2000. Entre estas surge en el 2001 el conflicto en la isla de Tuzla, cuando Rusia intenta apropiarse de un pequeño territorio ucraniano en el estrecho entre los mares Negro y Azov.
2002-2014: el giro hacia Europa y el estallido del Euromaidán
Ya en el 2002, el Gobierno de Ucrania anuncia la intención de iniciar un plan de acercamiento hacia la OTAN. Este anuncio sería un paso decisivo ya que, como explicó Chuma, fue percibida por Moscú como una amenaza estratégica.
El punto de inflexión llega en noviembre de 2013. En Ucrania todo parecía favorable en el Gobierno para la firma de un acuerdo de asociación con la UE, pero el entonces presidente del país Viktor Yanukóvich, bajo lo que el historiador describe como “fortísimas presiones del Kremlin”, se negó a firmarlo en el último momento.
La reacción social o se hizo esperar: los primeros en salir a protestar fueron los estudiantes de Kiev, concentrándose en la plaza del Maidán.
Tras una violenta actuación de la policía para contener a los jóvenes, lo que comenzó como una manifestación pacífica derivó en un movimiento masivo. Más de un millón de personas se reunieron en Maidán para exigir que el futuro de Ucrania fuese por la senda europea.
A raíz de este suceso nace la Revolución de la Dignidad (2013–2014). Su final vino con la huida de Yanukóvich y el comienzo de una etapa aún más oscura en Ucrania.
2014: Crimea y Donbás: el inicio real de la guerra
“El conflicto no empieza en 2022 -insiste Chuma-; para nosotros, los ucranianos, la guerra comienza el 23 de febrero de 2014”.
Ese día, Rusia inició la invasión de Crimea, seguida de la intervención en el Donbás con lo que denominan “tácticas híbridas”: soldados sin identificación, apoyo a milicias locales y desinformación.
Este ataque transforma de forma radical la opinión pública ucraniana. Hasta entonces, la sociedad estaba completamente dividida respecto a la OTAN. Sin embargo, a partir de esta primera invasión, valieron unos meses para que se crease una mayoría favorable al ingreso en la Alianza Atlántica y a la integración del país en la Unión Europea.
En mayo de ese mismo año se celebraron unas nuevas elecciones que dieron la victoria a Petro Poroshenko, cuyo gobierno firmó por fin el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.
2019: Zelensky y la falsa esperanza de la conciliación
En 2019, la sociedad Ucraniana, cansada de la corrupción y de la política tradicional dio la victoria a un candidato a la presidencia un tanto anormal: Volodímir Zelensky. Este actor cómico de éxito había protagonizado una serie titulada precisamente “Servidor del Pueblo”, recuerda el profesor.
Su mensaje se centraba en la unidad nacional y en la reconciliación con las regiones más prorrusas. Incluso él mismo estaba seguro -según contó Chuma- que su dominio del idioma ruso y su popularidad en Rusia ayudarían a disminuir la tensión con el gobierno del Kremlin.
Sin embargo, la historia demostraría lo contrario.
2022: la invasión a gran escala y un país unido
El 24 de febrero de 2022 supuso un antes y un después en el contexto geopolítico internacional: Rusia lanzó una invasión total sobre Ucrania. Lo que el profesor define como “guerra híbrida” se convirtió en una guerra de desgaste a gran escala, que ya implicaba actores internacionales y que continúa a día de hoy.
La paradoja aquí es que este ataque logró lo que ninguna campaña política consiguió antes: la unidad de la población.
Según el profesor Chuma, más del 85% de los ucranianos apoyan ahora el ingreso en la UE, y más del 80%, la entrada en la OTAN.
Una identidad forjada entre dos mundos
La sociedad ucraniana no se entiende solo por su política reciente. El profesor dedicó buena parte de la conferencia a explicar sus raíces culturales y religiosas, factores esenciales para entender el pensamiento de esta región.
Con respecto a la lengua, Chuma recordó que Ucrania es un país bilingüe, donde conviven el ucraniano y el ruso, muchas veces por influencia mediática, en especial en los años anteriores al conflicto. Por otro lado, en la zona existen zonas marcadas por diferentes tradiciones religiosas: católica, ortodoxa y greco-católica. Regiones como Galicia (Lviv, Ternopil, Ivano-Frankivsk) han sido históricamente el motor proeuropeo del país -algo que se refleja en las elecciones- por su pasado austrohúngaro y su cultura cívica más occidentalizada.
Todo ello explica el debate en el que está inmersa la identidad ucraniana desde hace siglos: Oriente u Occidente, un dilema que hoy es más político que cultural.
Europa como refugio y horizonte
La conferencia de Bohdan Chuma dejó claro que, para entender la guerra en Ucrania, hay que mirar más allá del presente. El conflicto que ha estallado en los últimos años es la consecuencia de años de tensiones, presiones externas y debates internos sobre qué lugar debe ocupar el país entre dos mundos.
Hoy, mientras la guerra continúa, las aspiraciones europeas de Ucrania ya no son solo un proyecto político, sino -como señaló el profesor- “una forma de supervivencia y de futuro”.









