“En esta vida se puede luchar contra todo –afirma Ernesto Villar, profesor de la universidad que modera la sesión– menos con RENFE”. Sobre el escenario sonríe uno de los ponentes, el presentador de los informativos de Telecinco, Carlos Franganillo. El otro, director de deportes en la SER de Valencia, Francisco Guaita, sigue la sesión unos kilómetros más lejos, en Aranjuez, atrapado por una avería del tren. Ambos han sido reunidos en la Universidad Villanueva con motivo de la III edición del legado Colmenarejo, en esta ocasión para hablar sobre “dos tipos de barro: el de los políticos y el de las víctimas”, como denomina Villar a los efectos de una situación de emergencia como lo fue la DANA.
Dos formas de enfrentarse a una misma situación. Una, desde una redacción en Madrid, cuando Franganillo toma “la decisión más difícil” de su vida periodística y decide cancelar un vuelo a EE. UU. con las elecciones del país a la vuelta de la esquina y coger uno hacia Valencia. La otra, desde el barro en el minuto cero, la de un vecino de Aldaya que tardó en darse cuenta de que era periodista tres días: “Hasta el 4 de noviembre fui padre, vecino, hijo…”, cuenta Guaita. Para Franganillo, hay decisiones que se toman en la profesión de periodista “por instinto, a ciegas” y de las que “te das cuenta de que es la decisión acertada cuando ya estás allí”. Más allá de este instinto, continúa el presentador, está el instinto periodístico: “Había signos de que no era común, empezamos a ver que la dimensión era desconocida, sabes que hay que estar ahí”. Esto, relata, es un síntoma de la gravedad de la noticia: “Y si no estás ahí, estás perdiéndote el 90 % de la información”. Y así lo hicieron: se desplazaron hasta Chiva, “un territorio virgen, una de esas situaciones en las que puedes moverte sin control”, añade Franganillo sobre una ciudad “bloqueada y arrasada” cuando ya habían pasado trece horas desde que dejó de llover. La gente, continúa, “estaba demandando ayuda que no llegaba”. A pesar de ello, había otras zonas en las que la situación era peor y solo le hizo falta llegar hasta Paiporta para percatarse de la dimensión del problema: “Allí los guardias civiles se echaban a llorar, saturados, sin dormir”.
Para luchar contra la desinformación: aferrarte a lo que puedes comprobar
Aquella escena catastrófica que encontraron al llegar a la zona cero del desastre era una representación del papel de los medios, afirma el periodista: “La gente quiere saber cuando hay una catástrofe”, y cuando esto no ocurre, añade: “Hay otros factores que intentarán llenar ese vacío”. Y esos factores llevan el nombre de desinformación, que en una situación como esta está más presente al haber, según el presentador de informativos, “mayor pluralidad de voces y, por lo tanto, mayor pluralidad de intoxicadores”. Frente a este problema, que de aquí en adelante “se va a agravar”, Franganillo recomienda “aprender a tener nuevas herramientas y ser rápido en la reacción; desmentir algo dos días después ya no tiene efecto”. A la hora de equivocarse, “que es de humanos”, según Franganillo, lo esencial es “pedir perdón sin miedo, que es un síntoma de rigor y fiabilidad”.
“La vida me debe un cumpleaños”
Para Guaita, la madrugada de su cumpleaños fue distinta a lo que tenía planeado: “Había que pensar qué hacer con nuestra vida”. Aldaya, su ciudad, fue una de las más afectadas por la DANA. El día 4, le vino a la cabeza una frase de Iñaki Gabilondo: “Dime cómo es la sociedad y así será la radio”. Y así lo hicieron: “Recorrimos todos los pueblos y zonas afectadas, escuchando y trasladando los problemas”. El periodista valenciano relata cómo, desde “el micrófono de deportes de la SER”, consiguieron convertir “los problemas de los clubes” en uno más. Ahora, más de cien días después de la tragedia, advierte: “El drama no ha acabado en estas zonas de Valencia”.
Al ser preguntado por una imagen que no pueda sacarse de la cabeza, el periodista lo tiene claro: “En la finca de al lado, la policía estuvo investigando un coche que estaba hasta arriba de fango y dentro había un cadáver. El hombre intentó sacar el coche y le pilló la riada”. Cuando ocurre una tragedia así, la maquinaria del Estado ha de ponerse en funcionamiento, pero, como apunta Franganillo, en este caso esta estaba “oxidada” y la ayuda tardó en llegar más de lo que cabría esperar en un país en este siglo. Guaita apunta a una “gran incapacidad” por parte de la clase política: “Muchas veces pensamos que la gente que ocupa un despacho tiene más capacidad, pero quedó manifiesto que era imposible hacerlo peor”. El periodista valenciano añade: “Solo desde la nula autocrítica no ha habido dimisión. Esto explica lo que ha ocurrido”.
Sobre el después y las consecuencias de esta mala gestión política, Franganillo apunta a la autocrítica más allá del cálculo político que, afirma, “sigue sobre la mesa”: “Sería sano como país analizarlas, para sanear y ver qué mecanismos no han funcionado”.
“Ese domingo tomo la segunda decisión más crítica de mi vida. Cuando enciendo el móvil, decido que tengo que volver a España”
Cuando la tragedia de la DANA estaba entrando en una nueva fase, el equipo de los informativos de Telecinco viaja hasta EE. UU. para cubrir las elecciones americanas, que se desarrollaban ese martes. Es ese domingo cuando Franganillo toma la segunda decisión más compleja de su carrera: “Cuando conecto el móvil haciendo escala en Londres y veo las imágenes tirando barro al Rey, decido que me tengo que volver a Madrid”.
El motivo, continúa, fue que a nadie “le iba a importar la cobertura de las elecciones porque había casi una crisis de Estado”. En ese momento, el periodista afirma que tuvo “la percepción de que había un riesgo de derrumbe”. Algo que, sin embargo, no ha sido así, aunque en esas horas “todos tuviésemos la sensación de que lo que era una tragedia humana se estaba convirtiendo en algo mucho más grave por la deficiente respuesta de las autoridades”, añade el presentador.