De la oficina al tractor

María José Ayllón, licenciada en Derecho, pasó de la maternidad a dirigir una finca agrícola, enfrentándose a la soledad en un sector tradicionalmente masculino, las dificultades burocráticas impuestas por el Gobierno y los altos costos de producción que amenazan el futuro del campo.

Olivos en la finca de María José
Olivos en la finca de María José

María José Ayllón es licenciada en Derecho, pero su jornada laboral no tiene horarios, comenzando incluso a las cinco de la mañana en épocas de cosecha y lejos de las oficinas. Desde hace cuatro años ha cambiado la silla por el tractor, descubriendo un mundo nuevo en el que se siente sola al ser de las pocas mujeres al frente del sector: “Si tienes padrino, es más fácil. Yo desemboqué sin padrino, y solo lo recomendaría si tienes mucho amor propio”.

Cuando su padre falleció hace ocho años, su hermano le propuso hacerse cargo de la finca familiar tras haberla arrendado y que el inquilino no hiciese frente a los pagos. Ella, sin tener “ni idea”, le dijo que sí y se convirtió en autónoma agraria sabiendo que no iba a ser un cambio fácil: “Sabíamos lo que era un olivo, pero no sabíamos si estaba nutrido o no”. En efecto, no lo estaban. La finca se encontraba en muy malas condiciones y ahí comenzó un camino que le llevó a descubrir que el campo es “un planeta diferente a treinta kilómetros de la ciudad”. Un planeta en el que los jornaleros trabajan “de sol a sol” en épocas de cosecha: “Las mujeres que tienen bebés y trabajan en el campo es porque los dejan a las madres en el pueblo, si no, es imposible”.

“Cuando digo que soy licenciada, me preguntan qué hago aquí”

“Ahora, cuando me están mintiendo, me río, pero antes no me daba cuenta”. Ayllón relata la complejidad de un mundo en el que “no hay nadie al 100% fiable”: “Venía al campo pensando que era otra cosa, porque creo en la lealtad”

A pesar de que la primera reacción cuando cuenta que es licenciada en Derecho es sorpresa, Ayllón afirma que, en parte gracias a esta formación, en numerosas ocasiones ha prevenido engaños y se ha ahorrado trámites: “la gestión de los trabajadores o de los seguros sociales”.

A pesar de que no sea su sector, ella ayuda, se tira al suelo en campaña para recoger las aceitunas y está la primera de madrugada al inicio de la campaña como una más: “Me han llegado a decir: ‘Eres la primera con formación y dueña de un cortijo grande que no eres imbécil, que ayudas y te preocupas por la gente’”.

“El Gobierno va para atrás con el tema del campo”

El pasado año, el sector agroalimentario aportó el 8,9% del PIB español. A pesar de ello, desde el campo siguen clamando una mayor ayuda por parte de las instituciones. Ayllón no niega que existan ayudas: “La PAC solventa muchas papeletas económicamente”, en referencia al sistema de ayudas de la UE a los agricultores.

El problema reside ahora, indica, en la forma de estas ayudas: “Hay muchas normativas que no van acorde con el agricultor tradicional: los señores que no tienen estudios”. En este sentido, Ayllón afirma que el Gobierno no entiende “que los agricultores, en especial los tradicionales, se dedican solo a la tierra”, sin entender de números o procesos tecnológicos, salvo por un pequeño relevo generacional que no llega a ser suficiente.

Hay una gran parte de agricultores en activo que no tienen formación, y trámites como el de la PAC se complican cuando se exigen “cuadernos digitales” o “fotos georreferenciales”, que obligan al agricultor tradicional que no tiene conocimientos informáticos a pagar asesorías, elevando el gasto: “Estas normativas no benefician porque les sale más caro”.

Ayllón hace hincapié en la necesidad de “abaratar los costes de los tratamientos”, así como en el problema de la falta de mano de obra en el campo, algo que implica muchos gastos: “La recogida de aceituna ha sido muy cara este año, no había gente y hemos tenido que contratar una empresa carísima”.

Aunque ella colabore y trabaje como una más cuando es necesario —“Hemos comprado un atomizador y he trabajado para saber usarlo”—, reconoce que tener que depender de tanta gente con la falta de mano de obra que hay “implica mucho gasto” y, por lo tanto, “sube el precio de los productos”.

Otro de los factores que complican la situación del campo es la falta de relevo: “Los hijos de los agricultores están estudiando y no quieren el campo, porque implica más gasto que beneficio”. En este sentido, Ayllón habla de ejemplos cercanos que han tenido que cerrar sus propios negocios para hacer frente al gasto y trabajo que supone heredar terrenos agrícolas: “Una amiga tiene una óptica y ha tenido que cerrarla porque ha fallecido su padre y ha heredado la finca, con todo lo que eso implica”.

Olivos en la finca de María José
Olivos en la finca de María José

“Es un mundo de hombres, pero eso no significa que haya machismo: no me siento discriminada”

A pesar de sentirse sola cuando llega a las siete de la mañana al campo y todo lo que ve son hombres, Ayllón deja claro que las mujeres también tienen un papel en el sector agrícola: “No es que haya discriminación, es que la mujer tiene unas labores que el hombre no desarrolla. Por ejemplo, recoger fardos está estigmatizado a la mujer, pero porque ellas lo prefieren. También encuentro mujeres que podan…”.

Esta sensación de soledad fue mayor al principio, cuando comenzó la actividad y su hermano, que vive fuera de la ciudad, propuso que ella hiciese todas las gestiones y él decidiese: “Le dije que no”. Puso las cartas sobre la mesa y comenzó a crecer de forma personal: “Ahora tengo más seguridad y noto que me voy abriendo camino. Mayoritariamente son hombres, pero me sé defender al hablar con agricultores que me aportan mucho y he descubierto que tengo mucho más amor propio del que pensaba”.